miércoles, 6 de agosto de 2014

Mis viajes en el Metropolitano




Mi rutina de todos los días al ir y venir de mi centro de labores.

De ida:  Entro a la estación troncal, miro hacia mi izquierda, veo los buses que están esperando, trato de adivinar a cuál de las rutas le toca dar la vuelta primero y así elijo la puerta en la que debo hacer la cola; a veces acierto y otras tantas no.

Al llegar la movilidad, si la cola es larga y estoy muy atrás, podría decidir esperar al siguiente bus, como llegan vacíos encontraría un asiento libre; pero no, como siempre salgo con el tiempo a las justas, de todas maneras subo al primer carro que llega, lo bueno es que tengo mis lugares "estratégicos" y nadie me molesta aunque vaya de pie todo el viaje.

Hay choferes que van a una velocidad normal; los que me desesperan son los que van lentos, los que se detienen cuando el semáforo está aún a unos segundos de cambiar a rojo, los que paran en casi todos los semáforos del camino.

De vuelta: Esta vez entro a una estación que está en el centro-sur de Lima, momento tedioso, mucha gente esperando buen rato, los buses que me regresan a casa tardan; sin embargo, varios de las rutas Expreso pasan seguidos, uno tras otro.  Por fin llega uno para mí, pero está repleto... entonces espero a que aparezca otro donde la gente no vaya tan apretada.

Esta vez no mido tiempos, no me desespero por la velocidad a la que vaya el chofer, porque no tengo hora de llegada; pero sí tengo el deseo de llegar pronto a descansar, el camino me parece largo por sentirme agotada.

De ida y vuelta: Cuando entro a las estaciones, hay letreros que dicen "No correr", pero, ¿cómo no hacerlo? si veo que el bus está llegando y no lo alcanzo, ¿quién me dice cuánto tardará el siguiente?

Durante el viaje observo el tráfico de la ciudad, así que agradezco en parte que exista el Metropolitano, creo que hace tiempo no me quedo atorada en un embotellamiento de autos; también veo a muchos peatones irresponsables que quieren ganarle al semáforo, a la velocidad de los autos, distraídos usando el celular, intentando cruzar y deteniéndose sólo porque escuchan el claxon del bus; incluso hay gente que no usa los puentes para cruzar la Vía Expresa.

Dentro del bus, hay gente que se abraza a las barandas y no permiten que los demás se agarren a ellas; gente que sube y se queda en la puerta obstruyendo la salida/entrada al bus; los asientos rojos, me indigna ver que muchas veces hay jóvenes o personas a quienes no les corresponde, usando esos lugares, habiendo gente a las que sí, viajando de pie; felizmente existe también gente amable que se levanta y cede su asiento.  

En las estrechas escaleras que hay en las estaciones para salir y entrar, hay gente que no deja pasar a los demás porque van conversando con otra persona o usando su celular, no hay orden.

Muchas veces sólo miro y no digo nada para que no me miren mal, pero en otras ocasiones sí he dado "mi jalón de orejas" a algunas personas, deberían educarse y pensar también en los demás.

Recargar mi tarjeta me es fácil, ya se cuándo y cuánto ponerle cada vez; el pasaje del Metropolitano no es barato, pero debo usarlo ya que desviaron casi todas las rutas de las coasters en las que me movilizaba y sí, me ahorra bastante tiempo aunque me deje a varias cuadras de mi destino.  Ah! y debería haber una persona que guíe a los usuarios en las máquinas de las tarjetas.

Así son mis viajes en el Metropolitano, ¿cómo son los tuyos?

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